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Nuestro Carisma Teresiano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tal vez te preguntes: ¿Qué es un carisma? Carisma es un don, un regalo de Dios para la Iglesia, entregado a una persona para ser transmitido a los demás.

 

Santa Teresa de Jesús, recibió del Señor un Carisma que ha enriquecido de modo singular la vida eclesial, proyectando una nueva y potente luz sobre el misterio de la relación entre Dios y el hombre.

    Ella como maestra de oración, nos revela a través de su propio recorrido espiritual, que somos morada de Dios vivo, que podemos entrar en un diálogo de de amistad profunda con Él, y que estamos dotados de capacidades infinitas para esta comunión con Dios.

El Origen del Carmelo reformado hay que buscarlo allí, en ese diálogo de Teresa de Jesús con el Dios-Hombre cuya presencia viva experimenta.

Las carmelitas hacemos nuestra la experiencia orante de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz: cada día nos centramos en buscar de un modo nuevo al Amado de nuestra alma y ponemos los ojos en El, para que nazcan obras.

La vocación contemplativa de la carmelita descalza tiene una dimensión eclesial y apostólica; el espíritu

misionero penetra toda su vida de oración.

 

Así expresa Santa Teresa sus ansias misioneras:

             No me deja de quebrar el corazón, al ver cómo se pierden tantas almas:

           ¡Oh   Hermanas mías, ayudadme a suplicar esto al Señor, que par eso

            os juntó aquí .. Este es vuestro llamamiento”.

Ella se preguntaba: “¿qué podría hacer por Dios?”…      

               “Determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos

                evangélicos con toda la perfección que yo pudiese… confiada en la gran

                 bondad de Dios.”

Es Jesús que sufre en la historia, y a quien ella intenta ayudar. Los males de su tiempo se convierten para ella en un reto y le impulsan a profundizar en su ideal fundacional: no establecer un lugar de tranquilidad para ella y sus monjas, sino un lugar de compromiso radical desde la misteriosa fuerza de la oración.

Por eso, la carmelita descalza vive este misterio oracional como encuentro personal y amoroso con Jesús, es Jesús Dios-Hombre, quien da sentido a nuestro estilo de vida y suscita en nuestro corazón el amor universal.

  Orando por los misioneros y la evangelización de los pueblos, a fin de que todos se abran al mensaje de Cristo.

 

 

Iluminadas por el testimonio de nuestros santos y santas fomentamos el ideal misionero.

 

"Vine al Carmelo para salvar almas y sobre todo para rezar por los sacerdotes"    

                                                                                        Santa Teresa del Niño Jesús

 

Así descubrió S. Teresita su vocación:

       “Comprendí que el amor encierra todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que

         el amor abarca todos los tiempos y todos los lugares, en una palabra, que el amor

         es eterno. Por fin he encontrado mi vocación; mi vocación es el amor. Sí, he

          hallado mi lugar en la Iglesia.”

 

 

 “El fin de la carmelita me entusiasma: rogar por los pecadores; pasar la vida entera

sacrificándose, sin ver jamás los frutos de la oración y el sacrificio. Unirse a Dios para

que así circule en ella la sangre redentora, y comunicarla a la Iglesia a sus miembros,

para que así se santifiquen.”

                                                                                           S. Teresa de los Andes

 

 

 

 


 

Dimensión apostólica y misionera

La voción de las carmelitas Desacalzas es un don de Espíritu Santo, que nos invita a una misteriosa unión con  Dios, viviendo en amistad con Cristo y en intimidad con la bieneventurada Virgen María; la oración y la inmolación se funden vivamente con un amor grande a la Iglesia.

 

Por eso en virtud de nuestra vocación, estamos llamadas a la contemplación, tanto en la oración como en la vida. Este compromiso de vivir en continua oración se nutre con la fe, la esperanza y, sobre todo, con el amor de Dios.


 

 

  • La vocación contemplativa de la carmelita descalza tiene una dimensión eclesial y apostólica; el espíritu misionero penetra toda su vida de oración.

La oración, la consagración y todas las anergías de una carmelita Descalza estan orientadas a la salvación de las almas.

vivimos nuestra vida contemplativa eclesial, en un clima que armoniza, la soledad y el silencio con la comunión fraterna, en una familia a semejanza del pequeño "colegio de Cristo", que tiene por centro el amor del Señor y por norma la caridad fraterna.

 

 

 


 

 

 

Así expresa Santa Teresa sus ansias misioneras:

             No me deja de quebrar el corazón, al ver cómo se pierden tantas almas:

           ¡Oh   Hermanas mías, ayudadme a suplicar esto al Señor, que par eso

            os juntó aquí .. Este es vuestro llamamiento”.

Ella se preguntaba: “¿qué podría hacer por Dios?”…      

               “Determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos

                evangélicos con toda la perfección que yo pudiese… confiada en la gran

                 bondad de Dios.”

Es Jesús que sufre en la historia, y a quien ella intenta ayudar. Los males de su tiempo se convierten para ella en un reto y le impulsan a profundizar en su ideal fundacional: no establecer un lugar de tranquilidad para ella y sus monjas, sino un lugar de compromiso radical desde la misteriosa fuerza de la oración.

Por eso, la carmelita descalza vive este misterio oracional como encuentro personal y amoroso con Jesús, es Jesús Dios-Hombre, quien da sentido a nuestro estilo de vida y suscita en nuestro corazón el amor universal.

  Orando por los misioneros y la evangelización de los pueblos, a fin de que todos se     abran al mensaje de Cristo.

Iluminadas por el testimonio de nuestros santos y santas fomentamos el ideal misionero.

 

"Vine al Carmelo para salvar almas y sobre todo para rezar por los sacerdotes"    

                                                                                        Santa Teresa del Niño Jesús

 

Así descubrió S. Teresita su vocación:

       “Comprendí que el amor encierra todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que

         el amor abarca todos los tiempos y todos los lugares, en una palabra, que el amor

         es eterno. Por fin he encontrado mi vocación; mi vocación es el amor. Sí, he

          hallado mi lugar en la Iglesia.”

 

 “El fin de la carmelita me entusiasma: rogar por los pecadores; pasar la vida entera sacrificándose, sin ver jamás los frutos de la oración y el sacrificio. Unirse a Dios para que así circule en ella la sangre redentora, y comunicarla a la Iglesia a sus miembros, para que así se santifiquen.”

                                                                                           S. Teresa de los Andes

 

 


 

Otros hermanos del Carmelo han expresado también su modo particular de vivir la vocación a la comunión con Dios:

 

 

Hay mucho que ahondar en Cristo, porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros que, por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá. Hay que partir siempre de Cristo. (San Juan de la Cruz)

 

 

Jesús es el Evangelio viviente, aquel a quien la Santa Madre Teresa de Jesús experimentó como "libro vivo": "Su Majestad" ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer de manera que no se puede olvidar! (Santa Teresa)

 

 

"Para mí, la Oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a JESÚS." (Santa Teresita del Niño Jesús)

 

"Yo he hallado mi cielo en la tierra en mi querida soledad del Carmelo, donde vivo a solas con Dios solo. Todo lo hago con él. Por eso realizo las cosas con alegría divina. Que barra, trabaje o haga oración, todo me resulta encantador y delicioso, porque descubro a mi divino Maestro en todas partes" (Ct 139, principios de octubre 1902).

 

"¡Oh, el silencio, la soledad! Aquí se vive a solas con Dios solo. Aquí todo habla de él. Por todas partes se siente tan vivo, tan presente" (Ct 142, 26 octubre 1902), "porque a Dios se le encuentra lo mismo en la colada que en la oración" (Ct 89, 30 agosto 1901 y Ct 91, 11 septiembre 1901). "Me pregunto a veces, si no es exagerado mi amor por esta celdita donde se está tan a gusto a solas con El solo. Tal vez Dios me pida algún día el sacrificio de abandonarla. Estoy dispuesta a seguirle por todas partes. Mi alma exclamará entonces con san Pablo: ¿Quién me separará del amor de Cristo?" (Rom 8,35). Reina en mi interior una soledad donde El mora y nadie me la puede arrebatar" (Ct 162, 28 30 abril 1903). "Ahora estoy completamente sola en mi celdita. Sola con El... el Todo (Ct 167, 21 junio (?) 1903). (Beata Isabel de la Trinidad)

 

 

Quien pertenece a Cristo, tiene que vivir toda la vida de Cristo. Tiene que alcanzar la madurez de Cristo y recorrer el camino de la Cruz, hasta el Getsemaní y el Gólgota. Y todos los sufrimientos que puedan venir de fuera nada son en comparación con la noche oscura del alma, cuando la luz divina ya no ilumina y la voz del Señor no se escucha. Dios está allí, pero escondido y callado. ¿Por qué sucede esto así? Son misterios de Dios, sobre los cuales hablamos, pero que nunca se dejan dilucidar plenamente. Dios se hizo hombre para hacemos participar de su vida de un modo nuevo. Esto lo hemos comprendido como participación en la vida divina.

(Santa Edith Stein)

 

 

El fin de las Carmelitas me entusiasma; santificarse a sí misma para que la savia divina se comunique a todos los miembros de la Iglesia. Ella se inmola sobre la cruz y su sangre cae sobre los pecadores, pidiendo misericordia y arrepentimiento. Cae sobre los sacerdotes, santificándolos. Y todo en silencio, sin que nadie lo sepa. Cuántos hay que tachan su vida de inútil. Sin embargo, ella es como el Cordero de Dios que lleva los pecados del mundo... (Santa Teresa de Jesús de los Andes)

 


 
Carmelitas Desacalzas
Monasterio de San José

 

 Madero 16

Col: Tlacopac

Del. Álvaro Obregón

01040 México D.F

Tel. (0155) 56620031

carmelitas.tlacopac@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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